Estoy tan cansada de esta mierda. Justo cuando creía que estaba por acabarse, resulta que queda trabajo por hacer. Justo cuando creía que había hecho todo lo posible, todo lo necesario, me doy cuenta de que pude, que debí haber hecho más. Y ya es demasiado tarde.

Nada como un doctorado para darte cuenta de la magnitud de tu ignorancia e incompetencia.

Quiero tener una vida normal. Tener un trabajo con horas laborables que no incluyan los fines de semana. Con un salario decente que me permita ir al cine sin tener ganas de decirle al cajero que esos precios son una vergüenza.

Quiero casarme y tener diez hijos. O hacer cualquier cosa que le dé sentido a mi vida.

Quiero poner mi energía e inteligencia al servicio de algo que valga más la pena que un manuscrito mediocre que a nadie le interesa, que nadie va a leer y que los pocos que lo van a leer solo van a confirmar lo mediocre que sospechaba que era.

Quiero dormir – poder dormir en paz – y nunca más levantarme.

Quiero ir a esconderme al fondo de una cueva en medio de las montañas y nunca más volver a salir.

Quiero dejar de sentir culpa. Por no trabajar más, por no trabajar mejor. Por quejarme a pesar de la increíble suerte que tengo de hacer lo que estoy haciendo. Porque si he cumplido una promesa en estos años es no olvidar por qué me fui de Honduras y por qué estoy haciendo esta tesis.

Pero no fue hasta cuando ya era muy tarde para volver atrás que me di cuenta de que este era un regalo envenenado, un callejón sin salida. Que la tesis no sirve para nada a una extranjera sin conexiones. Que el doctorado es un limbo entre la vida de estudiante y la del empleado, con los descuentos del primero y las responsabilidades del segundo, pero ninguno de sus beneficios. Que ser becario es un privilegio increíble, pero que la recompensa a tus capacidades y motivación es no tener ningún subsidio de desempleo después. Que tener un escritorio en una oficina es genial, pero que, si no es con la gente de tu departamento, con quien las relaciones sí hubieran hecho la diferencia, entonces no sirve de nada.

Pero no se dejen engañar por este berrinche. No me queda de otra más que seguir adelante. Probablemente, seguramente, me tire de algún precipicio algún día, pero va a ser después de que termine esta puercada. Porque por nada del mundo quiero volver a pasar por esto y prefiero prevenir en caso de que la reencarnación resulte ser cierta.


I'm so tired of this shit. Just when I thought the end was near, turns out there's still work to do. Just when I thought I had done everything possible, everything necessary, I realize I could, I should have done more. And now it's too late.

There's nothing like a Ph.D to make you aware of the magnitude of your ignorance and incompetence.

I want to have a normal life. To have a job with working hours that don't include the weekends. With a decent salary that allows me to go to the movies and not want to say to the cashier that they should be ashamed of those entrance prices.

I want to get married and have ten kids. Or do anything else that gives some sense to my life.

I want to put my energy and intelligence to the service of something worthier than a manuscript that no one cares about, that no one is going to read and the few that will read them will just confirm how mediocre I suspected it was.

I want to sleep – to be able to sleep peacefully – and never get up again.

I want to hide on a cave in the middle of the mountains and never go out again.

I want to stop feeling guilty. Of not working more, of not working better. Of complaining in spite of how incredibly lucky I am to be doing what I'm doing. Because if there is one promise I've kept these last years is to not forget why I left Honduras and why I am doing this thesis.

But it wasn't until it was too late to go back that I realized that this was a poisoned gift, a dead end. That a thesis is useless for a foreigner with no connections. That a making a dissertation is a limbo between life as a student or an employee, with the discounts of the first and the responsibilities of the second, but none of his benefits. That being a scholarship holder is an incredible privilege, but that the reward for your skills and motivation is to not have any unemployment benefits later. That having a desk in an office is great, but that, if it is not in your department, with whom the relationships could have made a difference, then it is useless.

But don't be fooled by this tantrum. I have no other choice than to go on. I will probably, surely, throw myself off a cliff one day, but it will be after I finish this crap. Because there is no way that I will go through the same thing again and I would rather be cautious, in case reincarnation turns out to be true.