01 February 2015

This one’s optimistic, this one went to market, this one just came out of the swamp…

Este año he decidido convertirme en una persona optimista.
Todo empezó porque hace unos meses una amiga en Facebook publicó un artículo sobre los mejores libros sobre la felicidad. El tema me interesó mucho porque estaba pasando una mala racha, en la que estaba triste y de mal humor, a pesar que las cosas estaban relativamente bien alrededor mío.
Naturalmente, por estar haciendo mi tesis estoy muy receptiva a todo lo que es investigación científica. Fue por eso que decidí leer “La auténtica felicidad” del psicólogo Martin Seligman. En el libro, Seligman explica que por muchos años la psicología y la psiquiatría han tratado de curar las enfermedades mentales, pero que no se han interesado en hacer que las personas sean más felices. Es por eso que él y varios de sus colegas han creado la “psicología positiva”, el estudio de la felicidad y de una característica esencial para obtenerla, el optimismo.
This year I have decided to become an optimistic person.
It all started because a few months ago a friend on Facebook posted an article on the best books on happiness. I was very interested in the subject because things weren’t going well; I was always sad or in a bad mood, even though things around me were relatively well.
Naturally, since I am doing my Ph.D. I’m very receptive to everything that entails scientific research. That is why I started reading “Authentic happiness” from the psychologist Martin Seligman. In this book, Seligman explains that for many years psychology and psychiatry have tried to alleviate mental illnesses, but so far they haven’t tried to make people happier. That is why he and many of his colleagues have created the “positive psychology”, the study of happiness and of one essential characteristic to attain it, optimism.
La premisa del libro es que la felicidad es el producto de una serie de factores y que ciertos de ellos están en nuestras manos poder cambiarlos. Todos partimos de una base, la predisposición genética que tenemos para ser felices, es decir lo que hemos heredado de nuestros padres. Y hay ciertas circunstancias que la creencia popular es que tienen relación directa con la felicidad cuando no es todo el caso. Por ejemplo, los eventos afortunados, las vacaciones, las promociones en el trabajo, ganar la lotería, pueden hacernos sentir bien por un tiempo, pero ese bienestar se disipa tarde o temprano y volveremos eventualmente a nuestro estado normal. El hecho de vivir en un clima caliente no tiene relación directa con la felicidad a largo plazo. El dinero es sinónimo de felicidad en el sentido que es muy difícil ser feliz cuando se vive en penurias extremas. Sin embargo, tener mucho dinero no contribuye a la felicidad. Y sí, la gente casada es más feliz que la gente soltera, pero eso depende de si el matrimonio es bueno o no y de todas formas el fenómeno se tiene que seguir investigando para llegar a conclusiones fijas, así que no hay que correr a casarse.
Se cree que los eventos pasados tienen un impacto en nuestra felicidad actual. Pero Seligman explica que existen estudios que muestran que las infancias difíciles y los eventos traumáticos no tienen influencia sobre qué tan contentos estamos en el presente. Por el contrario, lo que sí puede marcar una diferencia entre ser feliz o no es qué tan optimistas somos con respecto al futuro.
El libro tiene muchos tests para ver dónde nos ubicamos en cuanto a la felicidad, el optimismo y a otros indicadores. Y me empecé a preocupar cuando los hice porque todos mis puntajes estaban del lado de la gente triste, a veces muy por debajo de lo que es considerado normal. Especialmente en lo que respecta al futuro, mi resultado fue “Desesperación moderada”.
Pero hay que saber algo, Seligman explica que ser pesimista no es un defecto. De hecho, la gente pesimista tiende a ser más sensata y realista que los que están felices todo el tiempo. Estos últimos sobreestiman sus capacidades y rara vez se cuestionan ellos mismos. Los pesimistas vemos las cosas con más claridad y el hecho de estar insatisfechos nos hace desarrollar ciertos reflejos que a la larga nos convierten en personas más sensibles, empáticas e inteligentes. Así que los pesimistas somos necesarios en el mundo, tenemos un lugar legítimo y una función en la sociedad. El problema es que ser pesimista todo el tiempo puede convertirse en un problema y definitivamente no es divertido. La buena noticia es que se puede aprender a ser optimista: el libro tiene varias técnicas para hacerlo y Seligman escribió un libro exclusivamente enfocado en ese tema.
En mi caso resultó revolucionario darme cuenta que soy más pesimista de lo que pensaba y lo que eso implica en mi vida. No me preocupa tanto alejar a las personas, no me interesa ser popular y tener un millón de personas conocidas. Pero sí me angustió darme cuenta que ser pesimista con respecto al futuro quiere decir que no importa lo que esté haciendo en este momento, en el fondo no creo que las cosas van a salir bien. Y eso no tiene lógica, independientemente de la incertidumbre que rodea el trabajo que tengo y la vida que he escogido. Estoy en un buen país, con buenas oportunidades, debería pensar que estoy avanzando en dirección de un mejor futuro. Y que eso no sea el caso indica que he perdido el sentido de la orientación.
Así que este año he decidido convertirme en una persona optimista. Darle a la gente y a las circunstancias el beneficio de la duda, pero con honestidad, no esperando que me decepcionen para sentirme satisfecha de haber tenido la razón en un principio.
El componente más importante de la felicidad según Seligman es el uso cotidiano de nuestras “virtudes personales”. Estas son características innatas que todos tenemos en mayor o menor grado, cosas como la curiosidad, la inteligencia emocional, la imparcialidad, la humildad, la pasión, etc. Él ha identificado 24. Las tres más altas virtudes que tengo son la integridad, el amor del aprendizaje y la apreciación de la belleza, lo que me hizo pensar que estoy muy bien haciendo un doctorado en Historia del arte. En segundo lugar tengo el ingenio, la gentileza y la espiritualidad. Por otro lado, mis aspectos débiles son la humildad, la prudencia, el coraje, el perdón, la perseverancia y el puntaje más bajo lo tuve en la capacidad de trabajar en equipo, la lealtad y la capacidad a asociar mi identidad a la de un grupo. No podría estar más de acuerdo.
Así que recomiendo sin reservas este libro. Me gusta saber que puedo cambiar, que no estoy condenada a ser como soy por el resto de mis días.

The premise of the book is that happiness is the product of a series of conditions and it’s up to us to change some of them. We all start from a base, the genetic predisposition we have for being happy, which is what our parents have inherited us. And there are some circumstances that according to popular belief they have a direct relationship with happiness which is not the case. For example, fortunate events such as vacations, promotions at work, winning the lottery, can make us feel good for a while, but that wellbeing vanishes sooner or later and we will eventually return to our normal state. Living in a hot-weathered country has no direct link to happiness in the long term. Money is synonym of happiness in the sense that it is very difficult to be happy when you’re living in extreme poverty. However, having a lot of money doesn’t contribute to happiness. And yes, married people are happier than single people, but this depends on the marriage being a good one and anyways, further research has to be done on this in order to reach definite conclusions, so there’s no need to rush into marriage.
It is believed that past events have an impact in our current happiness. But Seligman explains that research shows that difficult childhoods and traumatic events have no influence on how happy we are at this moment in time. On the contrary, what can make a difference between happy or not is how optimistic we are concerning the future.
The book has many tests that help us see where we are located when it comes to happiness, optimism and other indicators. And I started to get worried when I did them and all my scores were on the side of the sad people, sometimes well below what is considered normal. Especially when it comes to the future, my score was “Moderate desperation”.
But it’s important to know that, according to Seligman, being a pessimist is not a defect. In fact, pessimist people tend to be more sensible and realistic than those that are happy all of the time. These last ones overestimate their capacities and they rarely question themselves. We the pessimists see things with more clarity and the fact that we are unsatisfied makes us develop certain reflexes that in the long run turn us into more sensitive, empathic and intelligent people. So pessimists are necessary in the world, we have a legitimate place and a function in society. The problem is that being a pessimist all of the time can become a problem and it is definitely no fun. The good news is that you can learn to become an optimist: the book has many techniques to do so and Seligman wrote another book entirely on this subject.
In my case it was revolutionary to realize that I’m more pessimist than what I thought I was and what that means in my life. I’m not worried about turning people away, I’m not interested in being popular and having a million of so-called friends. But it did worried me that being pessimistic about the future means that no matter what I’m doing right now, deep down I don’t think things will turn out fine. And this doesn’t make sense, no matter how uncertain my work or the life I’ve chose are. I’m in a good country, with good opportunities, I should think I’m moving towards a better future. And the fact that this is not the case means I have lost all sense of orientation.
So this year I have decided to become an optimistic person. To give people and circumstances the benefit of the doubt, but with all honesty, not expecting to be disappointed so I can feel glad I was right in the beginning.
The most important component for happiness according to Seligman is the daily use of our “personal virtues”. These are innate characteristics we all have in higher or lesser degree, such as curiosity, emotional intelligence, impartiality, humility, passion, etc. He has identified 24. My three higher virtues are integrity, love of learning and appreciation of beauty, which made me think that it is a good thing I’m doing a Ph.D. in Art History. In second place I have inventiveness, kindness and spirituality. On the other hand, my lowest scores were for humility, prudence, courage, forgiveness, perseverance, and the lowest of them all were for the capacity to work in teams, loyalty and the capacity to associate my identity with one of a group. I couldn’t agree more.
So I recommend without reservations this book. I like to know that I can change, that I’m not doomed to be the way I am for the rest of my days.

















1 comment

  1. Anonymous8:15 AM

    Good to read your thoughts on being more optimistic. Optimism is the only thing that keeps me afloat. Optimism about the future that is. The idea that my tomorrow (and in that vision of tomorrow, I also include my husband) will be better than today is what gives me strength to fight and persist. Good luck to you :)

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