16 February 2010

Back in the saddle again

Quisiera tener una razón toda existencialista para ausentarme tanto tiempo del blog, algún tormento interior que pudiera impresionar a todo el mundo, pero la verdad es que tenía activa la cuenta de WoW y le estaba dando rienda suelta a la obsesiva-compulsiva que hay en mí. Si a eso le agrego el peso de un examen que cuesta tres cuartas partes de un salario mínimo, que me obligó a repasar todo lo que alguna vez supe de matemáticas y a aprenderme más vocabulario antiguo en inglés de lo que conozco en español, es casi natural que no haya estado disponible ni dispuesta para nada. Pero todo eso quedó atrás, este es un tiempo de nuevos comienzos.

Debo empezar agradeciéndole a Pedro Palao Pons porque su libro “Trucos para encontrar trabajo” acaba de rendir frutos. Aunque, si algo he aprendido en la vida es a no cantar victoria porque todo es temporal, así que estoy tomando cada día como si este fuera el último de mi vida –laboral-. La transición de estudiante a profesional ha sido completamente extraña. A veces me preocupo porque no sólo tengo mala memoria sino que tampoco tengo idea de lo que se supone que tiene que ser el futuro. Siempre vi a mis amigas que terminaban la universidad deslizarse suavemente y sin esfuerzo hacia la nueva etapa de sus vidas y aunque tengo que confesar que sus ejemplos me resultan casi advertencias, admiro su madurez para asumir nuevos retos. Es como si sabían de antemano lo que ya tenían que hacer, mientras que yo caigo por una pendiente rocosa con los ojos vendados.

Una de las primeras cosas desconcertantes de esta época es darte cuenta de la brecha gigantesca entre las aspiraciones que uno puede tener y la realidad de las cosas. Recuerdo que cuando tomé la decisión de estudiar arquitectura no es porque yo albergaba la ilusión de algún día diseñar un edificio que tuviera una plaquita con mi nombre, sino porque me daría la oportunidad de ampliar mis horizontes en materias artísticas, tanto en teoría como en práctica. Jamás pensé en que los estudios se iban a terminar, de hecho, desde la escuela tengo la noción de que mi propósito es continuar más allá de la licenciatura, vivir estudiando. Mi prioridad siempre ha sido saber y no tanto hacer, tener una vocación en lugar de una plaza permanente. Pero un pedazo de cartón de repente cambia todo: la pregunta de turno cuando se encuentra a los conocidos es adónde trabajás, los amigos adaptados tienen sus nuevas vidas, novios y anécdotas que rara vez se desvían del trabajo, y todo mundo parece haberse resignado a convertirse en un autómata que nunca tiene tiempo de nada, que no lee y no hace nada más que trabajar, pensar en el trabajo y salir con la gente del trabajo. Se vuelven malhumorados porque nunca duermen lo suficiente, ganan peso porque pasan comiendo afuera y no tienen tiempo libre para hacer ejercicio, y lo peor es que caminan con un aire de grandeza como que si su situación fuera envidiable.
De allí está todo el asunto del mercado laboral en sí. Es cierto, haber estudiado arquitectura abre muchas puertas, especialmente a las del abuso y la sobre explotación. Que agradezcan aquellos que sus padres son arquitectos, ya que tienen el comienzo asegurado; también todos los que poseen conexiones políticas o de afinidad que les garantizan un lugar para adquirir experiencia: todos aquellos que somos hijos de nadie y conocidos de ninguno tenemos que salir a la calle a tocar puertas que no sabemos que existen. Los afortunados encontrarán un puesto que se apegue al código del trabajo, es decir con derechos laborales. Pero la mayoría serán dibujantes independientes para cualquier empresa que les quiera pagar sus planos. Otros serán empleados por contratos que se renovarán ad infinitum, lo suficiente para no dejar brechas entre ellos. Lo más triste es que esa situación es ideal porque por lo menos tiene un poco de estabilidad; uno aprende a conformarse con mucho menos porque hay tantos que no tienen ni eso.

Mi "amplio" espectro de intereses me llevó a coquetear con la posibilidad de trabajar en museos o en centros culturales. Por un tiempo eso parecía tener futuro, pero me olvido que en Honduras los museos no tienen departamento de recursos humanos y por ende son los administradores lo que se encargan de dirigirlos. De allí que un guía pueda maltratar a los visitantes una y otra vez pero que sea el cumplimiento del horario el que lo salve de un despido justificado. La paga es aún peor y si ni siquiera la persona más enamorada del arte puede soportar esa situación no creo que quisiera exponerme a eso.

Hasta ahora el trabajo que parece ser más satisfactorio es aquel en que uno es su propio jefe y trabaja con sus amigos. Recuerdo que en los primeros años con unas amigas decíamos que íbamos a fundar nuestra propia empresa de arquitectas, sólo mujeres. Es muy inspirador ver que sí hay gente que ha logrado hacer algo así.

Al final me pregunto cuál es la urgencia por trabajar. Es cierto que tengo mis crisis y que me gustaría ser independiente, pero la vida de mantenida tiene enormes ventajas. La juventud es tan corta, el tiempo pasa tan rápido y las delicias del sueño no pueden describirse en estas pocas líneas. Pero siento que he andado divagando por mucho tiempo, quiero intentar encaminarme, hacia algún destino desconocido, pero ir hacia adelante.

Veremos qué pasa.

1 comment

  1. También están los que lastimosamente son hijos de "alguien", que tenían y todavía tienen conexión, afinidad y el comienzo asegurado con el bando que sea; pero que por puro desprecio a ese orden (oh contradicción) prefirieron hacer su propio camino. Y es verdaderamente horrible cuando toda la presión de lo que la familia y conocidos (los que menos te conocen) ven como "Tus posibilidades", las que vos mismo te negaste a cambio de algo que sólo uno sabe verdadero, cae sobre uno con todo su peso.

    Han sido días extraños y fríos.

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