10 January 2010

"Some keep the Sabbath going to Church – I keep it, staying at Home"

“While others go to Church, I go to mine, for are you not my Church, and have we not a Hymn that no one knows but us?”

Últimamente he estado pensando mucho en Emily Dickinson, la genial, reclusa e introvertida Emily Dickinson, que casi no tenía amigos, no salía de su casa y no fue reconocida en vida por gran cosa, a pesar del enorme legado que dejaría después. En mis tiempos de adolescencia pasaba convencida que la vida valía muy poco y que lo importante era la Obra, no en el sentido al que se refiere Escrivá de Balaguer, sino a la Obra Maestra que nos espera a cada uno de nosotros, después de muchos años de esfuerzo perfeccionando nuestras habilidades para ser dignos de recibirla y ser su traductor. Con el adormecimiento de los estudios la Obra fue perdiendo protagonismo en la lista de prioridades, creyendo que cuando estos terminaran uno la podría retomar (no se puede), así que para desestresarme y distraerme de la unidimensionalidad de la vida estudiantil decidí probar las oportunidades que vivir podía ofrecer. La vida son las relaciones, dicen muchas personas, particularmente las populares, y aquí es donde empieza mi pequeño recuento de la falta de amistades que yo soy capaz de establecer. Como ya he mencionado previamente, antes de tener novios tenía mejores amigas, quienes tenían sus propios amigos por su lado, pero que de alguna forma lograban introducirme en sus actividades. Los novios introducen familias –no particularmente mi fuerte tampoco-, y los amigos políticos, que generalmente representan agradables sorpresas, pero que de alguna forma no dejan de verme como “la novia de…” y por mucho que uno desee establecer rutinas o planear salidas, sin el novio en cuestión falta el puente, el territorio en común.

Lo que me lleva a la situación actual, donde sólo tengo a mis adorados Herminio y Moisés que cuando se acuerdan de mí y salimos a pasear, no dejan de hablar de WoW, que es en lo que invierto todas las noches así que el mundo real me parece un triste lugar para hablar de realidades ficticias. Yo, que solía ser una agresiva defensora de la vida propia e independiente, me encuentro sin nada que hacer, nadie con quien salir y nada que me motive a bañarme antes de las 11 de la mañana. Me doy cuenta de lo patética que sueno, lo sé, ni modo.

No todo es malo, no lo voy a negar. Los primeros días son invertidos en profundas limpiezas del cuarto; ir de compras por mi cuenta no arrastra ese sentimiento de culpa porque en el fondo a los hombres no les gustan las tiendas, no importa cuánto lo nieguen y uno gasta menos cuando no se tiene a nadie con quien ir a tomar café, que en mi caso debería ser prohibido ya que tengo miedo de actualizar la libreta de ahorro por miedo a las cifras que vayan a aparecer. Uno estudia tranquilo en soledad, escucha música extremista cuando no hay que aparentar no tener serios problemas psicológicos y puede ver la cantidad de episodios de reality shows que se quiera, ya que tampoco hay que hacer creer que se tiene buen gusto. Se puede reflexionar sobre lo que es importante y sobre quién es uno realmente, separado de esa droga que es el apoyo incondicional. Lo malo sucede cuando es un sábado por la noche y uno está en casa pensando que a los 24 años debería estar bailando, bebiendo o haciendo cualquier cosa acorde a la juventud y libertad que se tiene, pero que por varias razones no es posible.

¿Qué sería de mí si esto fuera un estado permanente y no temporal, que de acuerdo a mi temperamento, siempre es una posibilidad? ¿Me forzaría a salir de mi casa y conocer a nuevas personas? ¿Me pondría en contacto con todos aquellos que me simpatizan pero que me imagino con ocupaciones más interesantes que esperar mi llamada? ¿O seguiría viendo tele, leyendo blogs y libros sobre cocina y dándome ánimos para empezar los días más temprano?

¿Y a qué Obra me podría dedicar? No me veo intenciones de regresar a la pintura, mi diario sigue pasando por una mala racha que las resoluciones de año nuevo no logran resucitar y no tengo nada más que yo pueda producir por mi cuenta que pueda justificar mi aislamiento o distraerme de él. Repito hasta el cansancio que las relaciones con los demás son un espejo de la relación que se tiene consigo mismo, por lo que yo no he de mantenerme mucho en contacto con quien sea que soy. Pero he de retomar la noción que el mundo interior es más rico, más interesante e imperecedero, totalmente opuesto al mundo engañoso de las formas y las personas. La soledad no me asusta tanto como el aburrimiento y contra eso sí puedo encontrar solución.

Espero.

6 comments

  1. Te entiendo Marcela. Lastimosamente, eso es lo único que puedo decirte, no tengo consejos, sólo que aprovechés.

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  2. Fijate que he encontrado que aunque uno no busque y no pueda hablar con extraños y no se bañe antes de las once de la mañana (creeme que lo he experimentado), tarde o temprano lo encuentran a uno las personas, las ideas y/o la Obra. Y luego empieza otra vez el trajín de la vida y uno se pregunta cómo era posible que existiera la otra cara de la moneda, hasta que se termina todo otra vez.

    Sólo hay que ver a dónde lo llevan a uno los vaivenes de la vida. ¡Feliz Año Nuevo Marcelita!

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  3. Bonito y nutrido Blog,

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  4. Gracias a los 3 por sus comentarios!

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  5. Anonymous5:17 AM

    Aunque no lo creas, me gusta acompañar a una dama a comprar en tiendas, incluso si eso conlleva a que desmaye por inanición. jejejeje

    Muchas veces me he sentido asi, creo que talvez, con unas tendencias poco higienicas para conmigo mismo... lo siento, a esta hora no carburo mucho, pero, llego a entenderte de alguna u otra manera, no como tu quisieras, no como yo pudiera, pero te entiendo.

    Un fuerte abrazo Marcela, saludos.

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  6. Sobre esta frase: "las relaciones con los demás son un espejo de la relación que se tiene consigo mismo". Si estás ordenando tus cosas, sacando tiempo para leer y cultivarte, aprender, y ver reality shows, no es eso muestra de que te estas atendiendo bien? ;)

    Son ciclos, que posiblemente caduquen sin que lo notes, hasta que ya estás en el siguiente, y te generarán la misma 'inseguridad' que producen las experiencias nuevas. Aquí una lección que estoy aprendiendo todavía: no hay que tomarse uno mismo tan en serio.

    La soledad también es rica. Y posiblemente disfrutes más los círculos más ámplios de asociación, en tanto vivas el contraste de no tenerlos, por que se valora más lo que se obtiene. A la larga también te pase que si te encuentras con mucha gente extrañarás estar con menos gente alrededor. Así somos los humanos.

    Te queremos mucho!

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