02 August 2009

Happiness isn't good enough for me! I demand euphoria!

Ser un adulto y leer “Calvin and Hobbes” es casi un reproche a aquello en que nos hemos convertido. Uno mira con nostalgia a ese niño cuya máxima amargura es tener que levantarse temprano para ir al colegio y uno añora esos días y esas preocupaciones, aunque nuestra vida realmente no ha cambiado tanto: recuerdo que en los peores días de la universidad me identificaba completamente con Calvin. No puedo decir que me haya sido impuesta la carrera, la universidad o el simple hecho de estudiar, pero sí tener que vivir en un mundo donde es necesario trabajar para vivir y donde para poder trabajar haya que estudiar (aunque haya tanta gente queriendo contradecir esos preceptos con sus acciones en estos últimos días).


Calvin tiene la sinceridad que se les atribuye a los niños por su inexperiencia, pero posee cierto desencanto y una misantropía típica de un adolescente o alguien mayor. Esta extraña mezcla de sabiduría e inmadurez confunde pero fascina. En todo caso es mejor ser una persona atormentada por la enorme brecha entre las expectativas y la realidad que convertirse en una criatura unidimensional y conformista –véase el caso de los padres de Calvin-.

Él se tomó muy a pecho el axioma de que cada quien crea su realidad con sus pensamientos. A falta de alguien que lo comprenda él se inventa un amigo, un tigre que sospechosamente engloba todas las características que él no quiere para sí mismo. Es fascinante ver a Hobbes emocionado por las niñas, haciendo tareas que su amigo le delega o siendo la voz de la cordura en la mayoría de las situaciones y el contraste de verlo a través de los ojos de Calvin o como es en “realidad” es tan divertido que uno siente lástima por aquellos insectos que creen que Hobbes es un simple tigre de peluche.

Decir que el niño enfrenta día a día serios conflictos intelectuales sería un flagrante eufemismo. Las tareas más inocentes como hacer un muñeco de nieve suelen acarrear profundos planteamientos artísticos (unos de mis favoritos), el enfrentamiento del individuo frente a la mediocre colectividad y su impotencia ante ella se manifiesta a diario, en la casa o en la escuela. Unos dicen que la vida es ahora pero ahora que uno quiere hacer lo que le plazca es justo cuando todo lo demás te impide hacerlo. Sin embargo esto no es motivo para dejar de intentarlo.

Desde que aprendí a descifrar el abecedario uno de los primeros personajes que me encantó y que ayudó a construir mi forma de ser fue Mafalda. Ella es una niña culta, feminista, contestataria de las injusticias pero adaptada a su condición de infante y de subordinada a la autoridad. Probablemente es bueno que haya descubierto a Calvin en la adultez porque estoy segura que hubiera terminado de mochilera o en alguna comunidad anarquista si hubiera seguido sus pasos. Tan en serio me tomaba las tiras cómicas en esos tiempos (después de todo yo creía que otros niños las hacían como una forma de comunicarse con sus contemporáneos).

Calvin es un cómic eminentemente sobre la dualidad, el contraste. Un niño con aspiraciones de adulto atrapado en su carne; un peluche que hace más soportable la existencia con su personalidad imaginaria; las trampas de la tan esperada adultez que al final sólo trae más responsabilidad y cargas que libertades y oportunidades como uno falsamente imaginó. Todos estamos tan lejos de ser un niño de 6 años y tan cerca de Calvin cuando lo leemos. Al final de cuentas nosotros también nos creemos genios, unos genios incomprendidos. Incomprendidos porque nadie cree que somos genios.

2 comments

  1. Uhhhy!! Me encanta cuando Calvin pone la cara de enojado!! Ese niño es fascinante!!!

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  2. Calvin & Hobbs es la mamá...recuerdo la primera vez q lo leí...vi al niño y al tigre y me cayó en gracia su comportamiento...lo mejor vino cuando me di cuenta q Hobbs es un peluche...desde ese instante me gustó mas aún... sumado a su imaginación, el sarcasmo, la interpretación de las situaciones..en fin...una obra maestra....

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