09 May 2009

2 eventos, 2 públicos

El jueves se realizó un “debate” en el Colegio de Arquitectos que trató sobre la inversión pública en la vivienda social. Comenzó con una descripción del arquitecto Juan Cascales sobre el trabajo realizado por la Junta de Andalucía con respecto a la vivienda protegida, el tema de la exposición que ya he mencionado anteriormente. Esa descripción sirvió como contexto y contraste para las intervenciones de los siguientes participantes que eran sobre Honduras: el arquitecto Mario Martín, rector del CEDAC y antiguo director del Instituto de la Vivienda INVA (organismo responsable de proyectos como la colonia Kennedy en Tegucigalpa, entre otros), el arquitecto Roberto Montis, que en la administración del presidente Maduro trabajó en un organismo encargado de vivienda social y la doctora en Gestión Pública y Social, la señora Lily Caballero. El tema de las charlas no se escuchaba muy atrayente para las nuevas generaciones y eso explica por qué sólo estábamos Yanis, un compañero mío, Herminio y Moisés (estos dos últimos arrastrados por mí) en representación de la carne fresca de la arquitectura hondureña. A lo largo de toda su estadía en Honduras el arquitecto Cascales ha demostrado no sólo un conocimiento sobre la historia y situación de nuestro país que muchos hondureños jamás han logrado tener, sino además una humildad y respeto a nuestra cultura que me ha sorprendió enormemente y me hizo escucharlo de una manera que jamás lo hubiera hecho si él hubiera llegado con soberbia y aires de superioridad como muchos extranjeros y particularmente europeos se atreven a mostrar aquí. Él mismo explicó que lo hecho en Andalucía para promover la vivienda de gente de bajos recursos ha sido un experimento y una experiencia de ensayo y error que no pretende ser un modelo que otros países deben seguir como excusa para no crear los propios. A pesar de eso los principios básicos que se aplicaron en Andalucía para mejorar las ciudades y la región entera no segregando a los barrios complicados, llevando casas de calidad para todas las personas y ayudando a los pueblos pequeños para liberar presión de las grandes ciudades se podrían utilizar en Honduras si tan sólo tuviéramos algo de visión, voluntad o el valor para que no suceda lo que ocurrió esa noche.

Después del arquitecto Cascales tomó la palabra el arquitecto Martín en lo que se sintió como la narración completa del Quijote, tal y como se llevó a cabo el día del Español en la Galería Nacional de Arte. Hay que recordar que muchos de los sucesos históricos a los que él se refería eran absolutamente desconocidos para mí porque en la universidad no llevamos una clase de historia de Tegucigalpa y mucho menos de sus entes gubernamentales. Mis conocimientos sobre el INVA o cualquier otra iniciativa urbanística del Estado son muy escasos y sólo entendí lo que está sucediendo en estos momentos y que cualquier otra persona que viva en Tegucigalpa es capaz de aprehender. El arquitecto Montis, con mucho entusiasmo, habló en la misma línea de su predecesor y en lo que sería la ironía de la noche, la doctora Caballero –que no era arquitecta- dio la explicación más comprensible y coherente de la historia y problemas de Tegucigalpa en la actualidad y es gracias a ella que puedo decir que aprendí algo sobre la capital esa noche. Después se dio la palabra al público. Grave error. Un arquitecto se levantó con varias hojas en la mano (mala señal) y empezó a dar un discurso, larguísimo por cierto, sobre cómo el actual gobierno ha promovido el desarrollo del país y en especial la vivienda social a un grado que hemos igualado o superado a los otros países de Centroamérica y que deberíamos de trabajar para el gobierno porque allí está la oportunidad de los arquitectos. Voy a hacer énfasis en el hecho que acabamos de pasar dos horas completas y tortuosas escuchando cómo el gobierno no hace vivienda social porque no tiene los fondos para ello y es por eso que escribo este post. ¿Cómo es posible que este señor, un obvio infiltrado del Poder Ciudadano, se pare a decir cosas que especialistas han estado negando y refutando tan vehementemente y que nadie le diga nada? Están la educación y los buenos modales, pero está también el sentido común. ¡Y encima le aplaudieron! De mala gana, pero aún así sigue siendo validación. Acto seguido, otro arquitecto del público toma el micrófono y pide que proyecten en el data show su página web en la que muestra proyectos de vivienda social que él ha realizado sin el apoyo de nadie. Sucede lo mismo en la arquitectura que con la defensa del crimen: nunca es mejor si uno decide tomar la ley por sus propias manos. Y entre los asistentes estaba un maestro, famoso en mi mitología personal por su carácter explosivo pero apasionado porque todos nosotros estudiantes nos liberemos de los patrones de diseño tercermundistas y de la baja autoestima formal e investiguemos, al punto de atrevernos a crear y no a repetir. Lo primero que pensé fue que él se levantaría inmediatamente y le diría algo, cualquier cosa, algo así como “¿No le da pena mostrar eso al lado de esos proyectos tan bonitos de Andalucía?”, o “¿Por qué el diseño de esa casa se parece tanto al de las casas que hace la gente que no ha tenido que estudiar tanto para ser arquitecto?” Pero no, él y todos los demás se callaron… y también aplaudieron. Afortunadamente le quitaron el micrófono a la gente y nos fuimos a comer.

Al día siguiente, en una actividad organizada por el centro cultural One Way (¿?), el arquitecto argentino y actual catedrático en UNITEC, Edgardo Derbes, trató el tema de la arquitectura planteándola como un oficio que debe debatirse entre la estética y la bioclimática. Habló sobre sistemas constructivos y proyectos en los que se aplican soluciones para el confort ambiental y aprovechamiento de la energía que deberían de usarse en Honduras siendo un país tropical, en lugar de estar copiando diseños y usando materiales de otras regiones del mundo que requieren soluciones costosas que si diseñáramos de acuerdo a nuestro contexto no ocuparíamos en primer lugar. Culminó su charla con una diapositiva que preguntaba “¿El futuro de nuestra arquitectura?”, mostrando fotos y una perspectiva de las urbanizaciones risibles que están de moda en Tegucigalpa, de casas en serie y lo que es peor, diseños deplorables. Casi me levanto a abrazarlo. En esta ocasión el público lo conformaba gente joven, estudiantes de varias universidades y los alumnos del conferencista, por supuesto. Y se notó la diferencia. Las preguntas, porque ellos preguntaron, no se auto promocionaron, ni hicieron alarde de la venta de sus ideales, eran pertinentes e inteligentes; le dieron a entender al arquitecto que sus palabras habían sido entendidas por mentes sedientas de conocimiento y probablemente hayan causado un impacto significativo en ellas.

El otro día, a la hora del almuerzo, estaba promocionando entre mis compañeros de trabajo las actividades de la semana del arquitecto. Alguien me dijo que cuando tenga 15 años de estar trabajando me iba a cansar de las cosas que organiza el Colegio en lugar de estarlas promoviendo. “Lo que pasa, dije yo, es que yo todavía estoy jo… Yo estoy empezando apenas y estas cosas me emocionan”. Yo todavía estoy joven, definitivamente los mayores son causa perdida.

1 comment

  1. Realmente triste lo que sucedió ese nefasto jueves, y la verdad, es que me sentí tan impactado que no tuve tiempo de reaccionar. Fue simplemente devastador. Y sí, es una lástima que el arquitecto mencionado, no se levantara y mandara a volar a esos payasos.

    Como se dijo, la participación de la dra. fue una verdadera cachetada al explicar tan claramente los problemas: directo al grano, sin complicaciones. Eso, y la participación del arq. Cascales fueron en verdad lo más increíble del día.

    ReplyDelete