11 September 2008

La importancia de la Historia y la Teoría en la Arquitectura

En el cronograma de la carrera de Arquitectura hay varias clases que tratan sobre la teoría y la historia de este oficio. En realidad, si quitamos la primera clase que es de dibujo técnico, hasta el 4to año todos los semestres incluyen por lo menos una de estas clases. Luego viene un vacío y se vuelve a estudiar estética y filosofía hasta el último semestre de la carrera, con el propósito de hacer reflexionar a los estudiantes que están por salir a ser devorados por el ambiente profesional. Sin embargo, la clase de Teoría Superior recibe críticas mixtas de parte de los alumnos. Para los que disfrutan leer o escribir esta clase es exquisita y debería de extenderse a otro semestre; para los que no tienen esos hábitos puede llegar a ser una cruel tortura, incluso he escuchado a gente decir que es innecesaria y que debería de ser eliminada. En el instante en el que trabajé durante estas vacaciones tuve la oportunidad de involucrarme en un proyecto importante de Tegucigalpa. Importante en el sentido de popular y comercial, pero era una construcción de una compañía transnacional que no se caracteriza por su aporte artístico o su respeto al contexto en el que inserta sus edificaciones, por el contrario, tiende a la homogenización, a hacer todo igual en cualquier país. Era un proyecto millonario, con muchos arquitectos e ingenieros involucrados, que se preocupaban todos los días porque todo estuviera a tiempo para la inauguración. El ambiente era frenético, estresado, emocionante para una novata y excelente para aprender, pero en última instancia el proyecto tenía errores que afectarán gravemente a nuestra ciudad (falta de retiros, va a provocar aún más congestionamiento vial…), y me terminé preguntando cómo es que estos tipos se tomaban tan en serio un edificio que no ofrecía nada nuevo artísticamente hablando y cuya intención es ser desechable en unos cuantos años. Pero es un trabajo, y el trabajo debe hacerse independientemente del valor estético: al final de cuentas uno debe comer. ¿Entonces por qué estamos estudiando historia y teoría si no las vamos a poder aplicar? Me preocupa que uno debe empezar en la vida sometiéndose a las urbanizadoras, a las grandes compañías constructoras, para después aspirar algún día a hacer lo que uno quiere (que hemos repetido hasta la saciedad, debe complacer al cliente). ¿Cuántas construcciones mediocres deben ser hechas hasta poder construir algo respetable? Porque existe un peligro en todo esto, es el círculo vicioso de la popularidad: mientras más se construya de lo malo, más la gente que no sabe de arquitectura va a considerarlo normal o hasta aceptable, y no va a querer financiar proyectos distintos o que provoquen controversia. Lo esencial es que tenemos que estudiar historia y teoría porque está bien que los mortales puedan alegar desconocimiento de las leyes que rigen el arte de los espacios que habitan, pero que un arquitecto las desconozca es pecado mortal.

Probablemente el problema que enfrentamos como estudiantes es esa separación tan marcada entre una clase de Diseño y una de Teoría: en la práctica no se unen, ni siquiera a nivel de prueba, como son los años de aprendizaje. Por las mañanas yo iba a clases con excelentes maestros que me hablaban sobre el origen de los estilos arquitectónicos, los significados y técnicas de los mismos, y por la tarde me olvidaba de todo eso para preocuparme porque las áreas de mi casa no se pasaran del límite que nos habían impuesto, y porque el profesor encontrara mi forma interesante, ¿desde qué punto de vista? el suyo nada más, su omnipotente subjetividad. Fue hasta Diseño 4 que un arquitecto me preguntó sobre la investigación formal que sustentaba el aspecto del edificio que yo había creado. No me aceptaba respuestas del tipo “porque me pareció bonito”, él quería como mínimo el pensamiento detrás de un estilo para justificar mis elecciones. Esa fue la primera ocasión en que el proceso de Diseño involucró un razonamiento formal. Desde entonces he tratado de basar lo que proyecto en algo que quiero transmitir con él, doy mi opinión sobre el mundo y lo que considero importante en él. Con buenos o malos resultados, con formas que generalmente se quedan tímidas con respecto a lo que quieren expresar, pero por lo menos la intención está. Sé que no soy la única persona en mi facultad que hace esto, que considera importante su mensaje en su obra, pero me preocupa ver que los arquitectos que se gradúan de mi universidad muchas veces no reflejan lo que yo estoy aprendiendo. (Cuando se gradúan del extranjero es aún peor que no lo hagan, con la posibilidad de haber viajado y conocido ambientes distintos, venir a hacer mediocridades aquí es imperdonable.) En las publicaciones sobre arquitectura que se hacen en nuestro país, muy pocos resaltan por su originalidad, tan siquiera por su cuestionamiento a lo tradicional. La norma es que se dediquen a los estilos extranjeros, que tengan un talento excepcional para repetir una misma idea en 20 casas o edificios distintos. Probablemente su intención sea sólo ganar dinero y hacerse famoso. ¿Tiene algo de malo esto? Al final es lo que todos queremos, estabilidad económica y algo de reconocimiento por nuestro trabajo. Pero la arquitectura es el testimonio que va a quedar del paso de nuestra generación sobre el suelo que ocupamos. No es justo para aquellos que han de venir tener que pagar nuestras ambiciones personales con construcciones ridículas; seremos una vergüenza: un país tropical con cúpulas, columnas greco-romanas, edificios de apartamentos victorianos, techos con inclinaciones pronunciadas para dejar escurrir la nieve. Está bien hacer ridiculeces, pero que se limiten a la decoración interior. Es anti ético importar elementos de culturas a las que no pertenecemos con el propósito de alardear, porque ese es el propósito de la gente con la capacidad económica de pagar un buen diseño que desean a todo precio tener una casa con reminiscencias de países del primer mundo. Quieren vanagloriarse de que han viajado y según ellos tienen buen gusto por eso. En realidad demuestran su ignorancia más descaradamente. Se me viene a la mente la casa de un ex presidente hondureño, de quien se publicó hace unos años en un periódico nacional su residencia diseñada por arquitectos norteamericanos, en estilo mediterráneo. Como es el modo periodístico hondureño, se alababa la casa como toda una obra de arte, un despliegue de lujo, la muestra de la fortuna de este hombre que puede contratar albañiles de Miami para su casita en un país tercermundista. Pero es inexcusable para un funcionario hondureño, que supuestamente está al servicio del pueblo y se enorgullece de sus raíces ni siquiera contratar arquitectos nacionales para la construcción que lo va a representar, a caracterizar frente a todo el mundo. No se toma la molestia de explorar los estilos artísticos autóctonos, son poca cosa para él y tiene que europeizarse. Que conste que no estoy diciendo que debió haber construido en bahareque y con teja, un buen arquitecto podría reinterpretar de manera contemporánea los elementos constitutivos de nuestras técnicas constructivas típicas. Eso no le interesaba a él, definitivamente tu casa refleja quién sos. Pero para nosotros lo foráneo es símbolo de dinero, y por eso cada vez más se ven casas o edificios con elementos que no tienen cabida en nuestra cultura, en nuestro clima y contexto. Tenemos que saber de historia, pero saber no es lo mismo que reproducir, y justamente porque la conocemos es que estamos conscientes que hubo razones por las que ciertos estilos se dieron en ciertos países y no en el nuestro. Es nuestra responsabilidad educar a la gente, especialmente a nuestros clientes para que valoren lo nuestro, y aclaro de nuevo, no me refiero a nuestros símbolos tradicionales como lo maya, o lo colonial (que de paso no es originario de aquí), pero que se intente apreciar o entender a aquellos que hacen sus exploraciones artísticas, que se preguntan el porqué de las cosas, porque sí hay gente así.

Tenemos que educar a los clientes para que no se vean como ridículos snobs con castillitos europeos de poca monta a 14 grados del Ecuador.





3 comments

  1. Exquisito! Estoy inclusive pensando en qué pasaría si este escrito fuese planteado frente a toda esa gente de Teoría Superior... o para hacerlo aún más caótico: colocarlo de manera anónima en la entrada de la facultad y ver qué arquitectos bajan la cabeza y se alejan en verguenza de allí.

    Además, me mató de la risa el tremendo rótulo de El Rey en la última foto.

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  2. ¡Excelente! otra idealista.
    No soy un conocedor a fondo de la arquitectura; pero sí entiendo tu disconformidad por un sistema donde el único ideal es el conseguir dinero y quien lo tiene cree poder hacer lo que desea.
    Si lo vemos desde las humanidades tu trabajo es un arte, pero presenta quizás los mismo problemas que el cine: estar ligado a los productores que ponen el dinero para la obra.
    Ten en cuenta que en países como el nuestro debemos ver claramente que la burguesía no es educada y los que trabajan para ellos se comportan como personajes sacados de "El traje del emperador" viejo cuento de Christian Andersen.

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  3. Anonymous5:35 PM

    Da la casualidad en que la ultima vez que viaje a Tegucigalpa, me dispuse a caminar, para estirarme un poco, viendo los mismo lugares que has publicado en tus fotos, siendo malo en acordarme de direcciones o nombres de lugares que apenas conozco (si me da importancia o no, casi siempre se me olvida).

    Se le saluda estimada.

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