11 August 2008

El espacio responsable del arte de enseñar

Desde la perspectiva de un estudiante, existen numerosas características que hacen que un maestro sea percibido como bueno, o por lo menos eficiente. Primero, tiene que poseer algún nivel de carisma, la habilidad, o por lo menos el deseo de trabajar con personas. He descubierto que el mal carácter de un profesor sí representa una preparación al mundo real, donde extrañamente los impulsivos y explosivos terminan en posiciones de poder y uno debe saber tratarlos, lidiar con ellos y no dejarse influenciar por sus actitudes. Pero debe existir una clara diferenciación entre carácter difícil y misantropía pura, y no se debería permitir a los que cuentan con esa segunda característica estar en contacto con alumnos.

Un profesor debería ser disciplinado y organizado. La docencia no es un área donde sea aceptable la improvisación en cuanto al programa de la clase, pero no sólo se debe planificar, se debe cumplir con esa planificación. Parece algo tan obvio, pero en la práctica no siempre se cumple: un maestro debe ser puntual, no faltar, y permanecer la completa duración del curso en el aula. Abundan los maestros que no llegan y no avisan, o que llegan todos los días pero sólo se quedan cinco minutos y creen que han cumplido con su deber.

La principal exigencia que se le debería de hacer a estos individuos es que disfruten lo que hacen, que sean capaces de transmitir ese gusto a otros seres. Los maestros son guías, y deben formar personas autónomas, independientes, que investiguen por su cuenta más de lo que se les dice en clase. Pero eso no debe convertirse en excusa para que no hagan su trabajo, como aquellos que ponen a los alumnos a hacer exposiciones que cubren todo el contenido. Muchos de los maestros son buenos, pero los cursos son pésimos, porque en vez de escuchar al experto uno debe tragarse a un tipo que no expone bien y no quiso investigar adecuadamente.

Lo justo es que cuando uno empieza cualquier cosa, queden establecidas desde el inicio las reglas que cada quien debe seguir. El maestro debe explicar su forma de trabajar, la manera en que espera que participe el alumno, y desde luego, el método en que va a ser evaluado. Pienso que debería ser requisito para dar clases poseer algún título en pedagogía, haber cursado por lo menos un seminario rápido, haber leído un libro al respecto, cualquier cosa que haya dejado como lección un método, una forma objetiva para enseñar y evaluar, ya que un buen profesional no siempre es un buen maestro. De hecho, personas muy exitosas en su campo pasan a veces tan ocupadas y distraídas que son inútiles en un aula. De la misma forma, no creo que se deba permitir que personas muy mayores den clases. Para que eso sea aceptable, tienen que tener mucha lucidez, porque es tedioso estar con un señor que ya no posee el dinamismo para hacer interesante una hora con él. Muchas veces son señores que hacen las cosas como les gusta porque a esas edades se sienten con la potestad de hacer lo que quieren, independientemente de si es lo que se les pide. Tampoco suelen estar actualizados con los requerimientos actuales que debe poseer un alumno, y todavía siguen con métodos antiguos u obsoletos.

Se puede decir, en general, que si una persona, enfrentándose a una situación real sabe cómo manejarla con una serie de pasos que se aprendió en una clase, su maestro ha tenido éxito. ¿Pero con qué condiciones debe contar este maestro para que pueda rendir adecuadamente y logre con ese objetivo? Pregunto esto porque terminamos finalmente de visitar cada aula del edificio 1, y estoy indignada con las condiciones que enfrentan las carreras de Ciencias Sociales. Los alumnos reciben clases en los cubículos, a veces en el patio, en las gradas, como había mencionado anteriormente. Pero me doy cuenta que en mi facultad, donde sí tenemos salas con mobiliario decente, en un piso en el que no se desperdicia el espacio en oficinas administrativas, ni asociaciones de estudiantes, hay muy pocos maestros que reúnan todas las características que mencioné como ideales. Entiendo que es mucho pedir que todos los profesores sean excepcionales, pero no se les pide grandiosidad, se les exige responsabilidad, y muchos de ellos no cumplen. ¿Qué excusa tienen en mi facultad para aceptar gente que no llega a clases, llega tarde, o llega por poco tiempo; gente mayor que no hacen exámenes pero que tampoco ofrecen alternativas de evaluación, que básicamente se inventan las notas; personas que no explican a los alumnos lo que se espera de ellos, pero que los sancionan si no hacen lo debido; maestros que no enseñan correctamente, son condescendientes y visiblemente miserables, que no poseen ningún talento para dar clases? De por sí, clases como (…) son fatales y tienen un alto índice de reprobados, en aulas iluminadas, ventiladas, con sillas, no me imagino cómo serían si tuvieran que sentarse en las gradas del L2, con todas las personas pasando e interrumpiendo.

La mediocridad en la carrera de arquitectura es inexcusable, y sin embargo es lo que más abunda. Por supuesto que hay excepciones, maestros como el de Organización de Obras II, Estática, Teoría II, Teoría Superior, Historia II, son personas que han marcado una diferencia en la vida de varios de mis compañeros y en la mía. Son inspiraciones para continuar en la carrera, para anhelar trabajar algún día. Muchas veces he dicho, con toda la honestidad del mundo, que si no hubiera llevado el tercer proyecto de Diseño 1 con el arq. - , me hubiera salido de esa carrera, decepcionada por la mala calidad de los maestros anteriores, que me habían hecho creer que la de la falta era yo, cuando en realidad no había sido guiada correctamente. Me abruma la vergüenza, la pena que deberían de sentir esos profesores, de estar en tan buena situación y que den clases tan malas. Probablemente los privilegios de los que gozamos sean resultado de la numerosa manada que somos como estudiantes, me consta que también han sido el producto de algunas administraciones pasadas que han velado porque financiemos esos privilegios, pero que no sería posible si fuéramos pocos. Ahora está la cuestión de saber si somos muchos porque la gente entra ilusionada por llamarse “arquitecto” y ganar mucho dinero, como se les ha hecho creer, o porque las otras carreras, como las de ciencias sociales, están tan mal que nadie las quiere estudiar.

Hasta yo estoy impresionada de todo lo que me ha hecho ver estas 40 horas de trabajo comunitario…

2 comments

  1. Honor a quie honor merece... en todas las carreras hay de esos fundamentales que te forman como profesional, y hacen que digas "me apasiona mi carrera" como tambien aquellos que te hacen pensar "q fastidio" que la historia les haga justicia...

    me disculpo, me llego visita y no vi tus ultimos mensajes y no pude despedirme... casi siempre estoy de 9 a 11

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  2. Tanta gente, tanta gente... yo opino lo mismo de Diseño I, ese 2do proyecto para mí fue un abrir de ojos... y todos los mencionados son dignos de admirar... los demás... los demás...

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