06 May 2008

No hay descanso para el ocioso

Uno pensaría que después de atravesar tres meses de clases en las que me agobiaba el estrés similar a estar en un reality show de pruebas de supervivencia de las selvas tropicales, no tendría derecho a quejarme por tener tiempo sin propósito en mis haberes, pero oh gran ironía de la existencia, heme aquí en ese proceso.

He descubierto, por las malas, que no importa cuántas horas duerma en la noche, inevitablemente voy a sentirme agotada al día siguiente. No es que las ocupaciones me extenúen. Paso tardes y noches que antes consagraba a la labor esclavista de hacer planos, viendo series repetidas, series nuevas absolutamente desechables, talk show gringos… si está en la tele, yo lo he visto y tengo algo que decir al respecto. Debido a semejante atrofiamiento mental, decidí tomarme más en serio la lectura, puesto que nada me impide volver a estar con varios libros al mismo tiempo. Me siento cómodamente en mi cama, con el libro del italiano que me dice que estoy leyéndolo, mientras trato de bloquear el mundo externo… pero pienso en si Bret Michaels se quedó con Heather o con Jess. Es horrible.

El problema es que este es un período muerto en el gran esquema de mi vida. No he terminado el semestre, por lo que no puedo sentirme del todo libre para buscar donde hacer mi práctica; de vez en cuando tengo alguna tarea que me haría sentir culpable si reactivara mi cuenta de WoW -el asesino de horas por excelencia-, y no puedo empezar el ciclo de salidas nocturnas y hábitos de perdición porque los fines de semana llegan a mi casa mis amigas a trabajar en Obras.

También está el asunto de que yo estoy sin ley, pero me toca estar de testigo silencioso de los quehaceres ajenos. Es descanso cuando mis papás se van de viaje, y mi hermano hiberna durante el día y pulula en la noche, pero cuando están todos en la casa, de arriba para abajo, no hay relajación posible.

Todos los días son una continua repetición del mismo instante muerto. A falta de distracciones, me las tengo que inventar: el 3 de mayo pasado se celebró el día del arquitecto, y para conmemorarlo el colegio de arquitectos va a tener una serie de conferencias a partir de este viernes. Desde luego que el blog va a unirse al festejo, pero esta vez de una manera ligeramente distinta a los años pasados: he invitado a varios amigos a que contribuyan con proyectos de diseño o críticas arquitectónicas de su autoría para presentarlos por este espacio, para conocer desde otro punto de vista a mis colegas predilectos. También voy a estar de enviada especial por las calles de Tegucigalpa, tomando fotos de las peores construcciones de mi ciudad, porque es necesario denunciar el mal gusto constructivo. Y encontré una crítica del edificio del Banco del País, que hice para la clase de Teoría 3, en el 2005, que merece ser publicada, aunque sea para demostrar que el esnobismo ha sido mi fiel acompañante durante todos estos años.

Quitando eso, la fábula del camello que vive atado a un poste, y que cuando finalmente desatan la cuerda, continúa parado en el mismo lugar, es una excelente metáfora de lo que está pasando.

1 comment

  1. Que rico... pero hey! Ya estamos por terminar, y después a "hit the road"!

    (ooooooops)

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