31 March 2008

La curva de aprendizaje

El otro día una familiar me relataba horrorizada las andanzas estilo Anaïs Nin de otras familiares, menores de edad y sin aparente dirección en la vida. Como estoy con mi experimento de no opinar con respecto a lo que hagan los demás, no dije nada en ese momento (cosa que no es muy rara en mí), pero me quedé pensando en que probablemente las niñas no sean perversas, si no que sólo estén aburridas. (¿Pero aburridas de qué, si no les gusta estudiar o trabajar?) Y hoy me encontré tratando de estudiar en la espantosa biblioteca de mi facultad -porque ¡sorpresa! el sindicato de trabajadores tiene huelga y las bibliotecas centrales estaban cerradas- imaginando si esos métodos de distracción lograrían hacer algo por una estudiante de arquitectura que ha logrado aclimatarse casi razonablemente al trajín diario. Ahora que hemos superado con creces los 21 días de rigor que la cultura popular determina como los obligatorios para acostumbrarse a algo, me levanto a las 5 de la mañana, sin ánimos, pero sin problemas; estudio en la universidad, voy a clases, vengo a mi casa a seguir estudiando, y los fines de semana me doy permiso para dormir hasta las 8 de la mañana pero, ¿solo para qué? La respuesta es obvia y redundante. No debería de quejarme puesto que mi sistema ha probado ser eficiente. Logro dormir poco pero a diario, y no sufro de desveladas repentinas que reduzcan mi productividad el resto de los días que no son de entrega, pero una vez que se ha domesticado al monstruo de la dificultad del inicio, el reto pasa a ser rutina, y el tedio hace su aparición. Entran en acción todos esos escapismos dañinos pero deliciosos, aprendidos de las novelas de Oscar Wilde, donde las personas abandonan las etiquetas de bondadosos o demoníacos, para entrar en algún punto del espectro de “¿qué tanto tu existencia me aburre?”.

Se nos explicó que la curva de aprendizaje es una representación gráfica de los cambios en los comportamientos de las personas que se ven sometidas a una situación de aprendizaje, en la que realizan acciones repetitivas, y cómo uno mejora, desde la primera vez que no se tiene idea de lo que se está haciendo, hasta que se acostumbra y puede hacerlo más rápido y mejor. Pero nadie cuenta la segunda parte de la historia, cuando la acción repetitiva se prolonga por tiempos demasiado continuos, en los que no se ve cerca el final, y el empleado se termina hastiando y mandando al carajo tanta estructura, reglas, horarios, tareas, entregas, exámenes, ploteos, secuelas, cálculos, etc, etc, etc, ad infinitum, blah.

Y he comprobado en carne propia que uno va mejorando a medida que pasa el tiempo. Las situaciones serán las mismas, pero la persona es diferente: de ahí que el cinismo haya reemplazado a la desolación.

Felicitaciones por mí.

1 comment

  1. "Odio tener que pensar
    Preferiría tu sonrisa
    Toda la verdad
    Avanzo un paso, retrocedo
    Y vuelvo a comenzar,
    Que algo cambie
    Para no cambiar jamás
    Todo es imperferto,
    Amor y...Obvio..."

    Paez, "Cadaver Exquisito"

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