03 January 2008

W.W.E.P.D.?

Yo creo que si yo fuera hombre y no tuviera una novia, amiga o por lo menos una conocida soportable con quien bailar, no tendría razón alguna para ir a una discoteca. Pero me imagino que muchos encuentran suficiente la oferta de vodka y ron a 1 lempira por toda la noche. En las primeras horas, cuando todavía nadie baila, se forman estas filas periféricas a la pista, de machos con aspecto hambriento, solitario y desesperado, sosteniendo un trago en la mano, al acecho de algo interesante. Poco a poco algunos aventureros se atreven a empezar con las danzas, generalmente son las parejas y chavas que bailan juntas. En esta etapa se recomienda beber un poco para obviar el hecho que todo mundo puede observarte a su gusto, puesto que la multitud todavía no te da anonimato, y cualquier plan de subirse al cubo de madera en medio de la pista cuyo único propósito es que cualquier valiente se suba a bailar (que nunca lo he hecho, pero me imagino que se tiene que probar de todo en la vida) queda postergado para una siguiente ocasión cuando uno de tus primos llega a saludarte. El lugar se llena, pero el público masculino no disminuye, al poco tiempo se esfuman y pierde importancia. Hasta que uno de ellos toma como misión personal el reivindicar a su manada: un tipo con peinado, ropa, zapatos, lentes de sol, joyas y hebilla de faja à la Daddy Yankee, se sube al susodicho cubo a menearse. Se quita la camisa, pero lleva una camiseta sin mangas. Gritos femeninos llenan el lugar. Y yo diciendo que eran los hombres los hambrientos y desesperados. Por favor que no se quite el resto de la ropa, por favor. Es un espectáculo desastroso, pero tiene que ser visto! De reojo, claro, hay que tener modales ante todo. El tipo baila y me parece un prodigio gravitacional que no se deslice (más tarde me enteré que me perdí justo ese momento). Una chava se sube con él, y empieza la parte que Emily Post no me dejaría narrar. ¿Dónde están las abuelitas de estos majes? Se baja la tipa, y se acerca un guardia del lugar a decirle al chavo que por favor se vuelva a poner la camisa. Creo que eso le hizo perder el mojo, porque después de eso nadie más le prestó atención. Irónicamente, se baja cuando ponen una canción de su ídolo y se reúne con su sector demográfico. La noche transcurre, sin ningún otro evento significativo, teorizando sobre si la gente realmente disfruta el dolor de oídos por el volumen de la música y el picor de los ojos por el humo de cigarro, sobretodo esos pobres tipos solos y angustiados, pero quién rayos los manda a ser tan viejos y venir a lugares así, hasta que veo que uno de ellos es un profesor de mi colegio, que no es soltero sin compromiso. ¿Qué sería lo educado en esta situación? Acercarme a saludar e intentar disimular que tengo muchos años de no hablar francés con todo el ruido del ambiente. Pero ya tengo demasiado de saber de las vidas oscuras y perversas de los profesores que conozco, lo mejor es terminar la noche con las carnitas que venden en la entrada, bajo la lluvia.

1 comment

  1. Anonymous10:35 PM

    Hey marcela, antes que alguien diga que necesitas publicar tus escritos, Pasas de la arquitectura a contar tus anécdotas de discoteca ?

    ehh, bueno, es cierto que estas si las leo pero no estés un buen periodo en eso ok ?

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