25 August 2007

Relatos de un cliché

Soy la típica niña de ciudad de clase media de un país tercermundista, a la cual sus padres, emigrantes de pueblos del interior, bajo pretexto de guardar apariencias con respecto a las convenciones sociales vigentes desde la Colonia, le imponen reglas ridículas de comportamiento, haciendo alarde de su paranoia, rigidez, simple y cerrada mentalidad machista. La niña podrá tener 22 años, pero tiene que pedir permiso, porque mientras sea mantenida y viva en casa ajena tiene que respetar órdenes de otros. Pide permiso, no lo obtiene, y no se dan justificaciones racionales; de hecho, no se dan justificaciones en lo absoluto, porque seguramente ella es muy inmadura para entender diálogos adultos. O tal vez probablemente no quieran admitir las verdaderas razones idiotas que guían sus decretos y sanciones. Ella no tiene voz ni voto, y sin chistar tiene que retirarse a su habitación, como cualquier puberto o adolescente, donde su único desahogo será el mismo que generaciones que le han precedido han explotado hasta más no poder, y que puedo afirmar con toda seguridad, será usado por el resto de las (pocas) centurias que le quedan a la humanidad: llorar hasta el agotamiento.

La niña escribirá en su diario número 16, otra entrada visceral e intrascendente sobre las mil y un estupideces que tiene que sufrir. Tiene pendiente redactar la nota introductoria en la que explica que NADIE debe leer esos volúmenes, porque sencillamente nadie sale exonerado en ellos, no tienen ningún valor artístico, y como hemos estado tratando de explicar en todos estos párrafos, su historia ha sido contada previamente tantas veces, que honestamente no tiene nada nuevo que aportar. Su único consuelo sigue siendo el tiempo. El tiempo a la vez redentor y verdugo, que la llevará lejos de la gente que la rodea, del país en que vive, de la dependencia que la sofoca, y del pequeño atisbo de felicidad que ha logrado conocer hasta ahora. Marca un día más en el calendario, que a diferencia de todos ustedes, son mucho más que dos semanas, y ruega por tener la paciencia y la cordura por adaptarse, someterse y conservar algo de integridad por dentro.

Soy tan común, tan corriente. Los clichés se avergüenzan de tenerme dentro de sus estadísticas.

Pero he de decirles algo. En realidad sí he aprendido el arte de aparentar, y soy una maestra en eso. Y ese es en realidad mi consuelo.

3 comments

  1. Vaya consuelo tan poco venerable. Pero está en tus manos dejar de ser un cliché.

    ReplyDelete
  2. "El tiempo a la vez redentor y verdugo, que la llevará lejos de la gente que la rodea, del país en que vive, de la dependencia que la sofoca, y del pequeño atisbo de felicidad que ha logrado conocer hasta ahora".... simplemente Genial Marce

    ReplyDelete
  3. Entiendo, no es que yo sea mayor de edad pero puedo ver lo mismo con mi hermana de 24 años. Lo peor es que esperan que dejemos la casa de ellos hasta casarnos, ¿cuándo tendremos libertad entonces?

    ReplyDelete