18 January 2007

“Most boys would like to think they’re the flu, wouldn’t they? But they’re really just a… hachoo”

Ok. Lo reconozco. He dicho hasta la saciedad que los hombres y las mujeres son iguales y que las diferencias que se les atribuyen son puramente clichés sociales que uno elige deliberadamente usar. Por recomendación de un muy buen amigo, estoy leyendo “Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus”. Y no quería que fuera así, me duele admitirlo. Pero los hombres son realmente machos cavernícolas y las mujeres son princesas mimadas. El primer enunciado del autor es que no va a explorar el origen o las razones de esas diferencias entre los sexos (por lo menos no en este libro, pero escribió otro al respecto, qué casualidad) y su moraleja es que ambos sexos no quieren lo mismo, nunca van a decir abiertamente lo que quieren (¡Dios no lo permita!) y sin embargo están destinados a estar juntos.

“La leyenda de Atlántida” es una novela que escribió Taylor Caldwell a la edad de 12 años, en un trance hipnótico en el que supuestamente accedió a recuerdos de una vida pasada en la que ella fue Salustra, emperatriz de la ya decadente Atlántida. Salustra era una mujer fuerte, independiente, intolerante ante las sensiblerías y que consideraba el amor como una debilidad del espíritu. Sin embargo, para salvar su imperio debe casarse con el líder del reino enemigo, aunque sabe que es inferior a ella y que está enamorada de otro hombre.

Probablemente el mérito de John Gray sea la forma práctica en que encara las relaciones interpersonales. “Si una mujer dice esto, en realidad quiere decir aquello, mientras que el hombre entiende otra cosa” y viceversa. No hay mucho misterio, y la mayoría de sus postulados son cosas sencillas que cualquiera es demasiado orgulloso de admitir y decide recurrir a juegos mentales para disfrazar su necesidad. Este libro vendría a ser las reglas implícitas de esos juegos.

Jean Anouilh reescribió en 1942 la obra clásica de Sófocles “Antígona”. Ella es la hija desgarbada y poco femenina del rey Edipo, que al suicidarse dejó a Tebas sin sucesor, provocando una riña entre sus hijos varones, que se matan mutuamente en batalla. La ciudad de Tebas entierra a uno de ellos con todos los honores reales, pero califica de traidor al otro y como castigo dejan sin enterrar su cadáver, para que sea devorado por los perros y para que su alma deambule sin descanso por la eternidad. Antígona renuncia a su vida de princesa acomodada y sin importarle la condena a muerte emitida sobre el trasgresor del castigo a su hermano, decide enterrarlo. El rey quiere ignorar lo sucedido, por que su hijo es el prometido de la condenada y está profundamente enamorado de ella, pero ella quiere cumplir su condena voluntariamente, como un suicidio. Antígona decide morir usando la paz espiritual de su hermano como pretexto, por que descubre que este mundo es demasiado imperfecto, y que hay valores aún más importantes que el amor y que éste no es lo suficientemente importante como para vivir sin respetarlos.

El verdadero dilema sería si es posible establecer una conexión profunda con alguien sin necesidad de interpretar un papel con tal de que la relación funcione. Tal vez estoy exagerando, y el señor Gray sólo haya escrito un manual básico de etiqueta a la hora de cortejar a alguien. Voy a ser sincera: muchas relaciones tortuosas se dan por que las partes no entienden muchos de los principios del libro. Eso sí, no hay más romanticismo, ni idealización. Es muy desalentador ver cómo hasta los seres más brillantes sucumben a estas “verdades” generalizadas y muchas veces condescendientes. Pero tal vez la idealización sea algo que debe pertenecer únicamente en los libros.

“Love is reverence, and worship, and glory, and the upward glance. Not a bandage for dirty sores. But they don’t know it. Those who speak of love most promiscuously are the ones who’ve never felt it. They make some sort of feeble stew out of sympathy, compassion, contempt and general indifference, and they call it love. Once you’ve felt what it means to love as you and I know it –the total passion for the total height- you’re incapable of anything less.”

Ayn Rand, “The fountainhead”

3 comments

  1. Marce, I have another proposal to you!! LOL!!

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  2. uhh... i dunno if it's exactly what's being told on the post [mio español es muy ruinzito..hehe] but i hate these speeches that label human beings in categories, especially two: "men from mars, women from venus"; "men fuck, women make love"... why label? i think that's a major problem in [all kinds of] relationships we keep trying to classify each other and forget we're all able to change. men and women... those are enough labels filled with little craps we all have to endure, why the fuck more?

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