14 January 2007

crónicas de occidente

(Para fotos tendré que esperar a que el hada de las computadoras repare mágicamente este espécimen en estado de convalecencia.)

La zona occidental de Honduras es un paisaje infinito de montañas verdes con olor a pulpa de café. Para llegar debes recorrer miles de kilómetros en bus, que son soportables gracias a las habilidades especiales para dormir dentro de artefactos en movimiento. Deysi, su madre y yo, llegamos el primer día a la casa de sus familiares, en el pueblo de San Juan Planes, al que puedes acceder desde la carretera por un desvío de tierra de un kilómetro. No llegaba la señal de mi compañía de celular, así que estuve desconectada del mundo.

Al día siguiente, fuimos a las Delicias, a una finca de café (heaven… i’m in heaven...). Mi guía turística fue una niña de seis años que me anduvo presentando a medio pueblo. La gente es tan amable, quedé sorprendida. Una señora, dueña de una pulpería, a la que le fuimos a preguntar por alguien, me hizo pasar a su casa, conversamos un buen rato y hasta me regaló dulces.

Nos dedicamos un día entero a las ruinas de Copán. Desde Planes es media hora hasta la ciudad de La Entrada, y de allí tres horas hasta las ruinas, por lo que el viaje es más largo que la visita, pero vale la pena. Almorzamos en el pueblo y recorrimos el parque y el museo. Era mi tercera visita y aún así es mágico y diferente. Me di cuenta que ahora que soy mayor de 12 años, como cuando conocí, y si no voy con la clase de Historia de Honduras deteniéndome a cada piedra por media hora, las ruinas son menos de lo que las recordaba. Pero son impresionantes, y ese es definitivamente uno de mis lugares favoritos en el planeta.

El sábado, Kenia, la prima de Deysi, y su amiga Isis, nos llevaron a Santa Rosa, donde nos esperaba Cristian, el novio de Kenia, para llevarnos a casa de Héctor, el novio de Isis, a Santa Fe en Ocotepeque. En medio del trayecto el carro se sobrecalentó, y nos quedamos varados un buen rato, esperando que el carro enfriara y tratando de conseguir agua. Por suerte, había una casita incrustada en un barranco, y no había gente y los perros estaban amarrados. Como era día de reyes, en la noche había fiesta en casa de alguien a quien le robaron el niño Jesús de su nacimiento, en el pueblo continuo de San Cayetano. Comenzó con coritos religiosos, pero a los cinco minutos: reguetón, cumbia, quebradita, otros ritmos innombrables… A Deysi la saca a bailar un tipo horrendo, entonces Héctor me consigue uno a mí. El único “rockero” del occidente, pero era buena gente. No había pasado ni una canción cuando de repente unos tipos se agarran a golpes. Los hombres estaban tomados y muchos de ellos estaban armados, fue todo un escándalo y llamaron a la policía. Como ratones, Deysi y yo nos fuimos a esconder al patio. Más tarde me explicaron que eso pasa seguido, además, todos son familia en ese pueblo, y si quieren conseguir novia deben viajar a los alrededores. Cuando todo regresó a la calma, el horrendo que bailó con Deysi me sacó a mí. Yo tengo esa mala costumbre de siempre aceptar invitaciones a bailar, aunque sean chavos fatales, por que me dan lástima ellos y sus traumas psicológicos. Pero esto era demasiado: parecía un pato con un ataque de epilepsia, una perfecta oportunidad para mejorar mi baile de huída. Al rato me harté y me fui a sentar. Regresó el rockero, pero sus deberes de dj no le permitían dedicarme toda la atención que yo necesitaba. Y terminé bailando con su sobrino de 12 años, y no voy a mentir: fue el más agradable de toda la noche.

En la mañana, partido de fútbol de equipo de Héctor, en Nueva Ocotepeque. A mí se me escapan las sutilezas de ese deporte, entonces no entendía ni papa, pero capté perfectamente cuando el árbitro le sacó una tarjeta roja a un jugador, este le respondió y el árbitro se le abalanzó a golpes. También ha de ser costumbre por que la policía irrumpió en la escena inmediatamente, fue tan divertido.

Ocotepeque queda cerca de la frontera con Guatemala, y como la ciudad de Esquipulas está a nada más que 20 minutos de allí, nos dimos una pasada. El mayor atractivo en ese lugar es el Cristo negro de la iglesia. Supuestamente hace milagros, entonces pasa repleto de gente y hacen peregrinaciones para ir a verlo. Todavía me falta por averiguar cómo descubrieron que hace milagros, y si eso es cierto. Frente a la iglesia hay un mercado que es el paraíso de la piratería, y el resto de la ciudad está repleto de hoteles, cafés y restaurantes para los turistas.

Regresamos a Santa Rosa, y esta vez sí dimos el tour de la ciudad. Es demasiado bonita, todas las casas son coloniales, y a nadie le dejan construir edificios modernos. En el parque hay una cabina de información donde te venden un mapa con las casas más importantes, y cuando vas a verlas todas tienen una placa donde está escrito por qué son relevantes. Desayuné arroz con leche en el mercado, visitamos a la virgen que llora en la universidad católica, e hicimos el recorrido completo de los lugares famosos.

Hasta entonces el clima había estado sospechosamente caluroso, pero desde ese día empezaron las lluvias y el frío. El resto de nuestra estadía la pasamos resguardadas en la casa, durmiendo, viendo tele y comiendo como si no hubiera mañana. Si le quitamos el regreso, en el que nos dejó el bus, tuvimos que a San Pedro en otro lleno de gente, y de allí en otro aún peor en el que la gente no usaba desodorante y no paraba de vomitar, esa semana fue increíble. El occidente es lo mejor.

4 comments

  1. OMG MARCE!!! that trip sounded beyond!! Two fights with police included! Gosh, that's a perfect combo!! And buses with smelly people are "adorable" [if you know what I mean]. And uhg, this text is so delightful, you're a great writer! I laughed all the time with your adventures and even felt like knowing the places you went.

    Hey, check it out!

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  2. Definitivamente niña, pasan unas cosas en esos extraños parajos occidentales. Capaz y es la maldicion maya que aun impera por esos rumbos. Pero hey, suena increible todo eso que sucedio, y por lo que se conto aqui y antes, valio la pena.

    Como que es costumbre que todos anden viajando verdad? hahahahahah. Al menos el regreso de nuestro viaje al Lago, no fue tan fatal como lo contaste.

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  3. si supieras como son los colectivos en bolivia...agradecerias esos dos. imaginate mas gente, pero viajes de minimo 12 horas! es un embole. y pensar que me quedan como 3 dias de viaja hasta la plata

    *cries*

    abrazos

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  4. Anonymous8:36 PM

    jejeje a veces hasta disfruto de ese olor a axila, por muy increíble que suene.
    Sólo he ido dos veces a Santa Rosa y ha sido solamente a comer cerdo de la famoso doña Olimpia (a mi familia no le interesa mucho nuestra cultura...) Pero sí pude ver un poco de las casas que mencionas. Sí sabía que las casas debían ser pintadas de ciertos colores, pero no sabía lo de las placas y menos lo del mapa. Lo tomaré en cuenta la próxima vez.

    Y la próxima vez que viajés, si querés, podés probar ir viendo todo, ya sabés tipos de árboles, plantas, animales, la tierra,las tiendas, gente, casas, hasta lo de menos importancia en el trayecto, siempre disfruto los viajes por eso, espero te sirva.

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