17 March 2006

Marcela post-entrega

El mejor sentimiento del mundo es llegar a tu casa, después de una entrega, sin nada que hacer por dos días, con muchos libros y una cama esperándote. Hay tantas opciones ahora que ya no estoy ocupada, que no sé por dónde empezar. No sé si salir y celebrar, o dormir y darle un poco de tiempo a mis células y a mi ánimo para que se regeneren. Mi cuarto es un desastre total, y tengo que adecuarlo para que esté apto para la repentina que nos van a dejar el lunes. Pero si normalmente me entretiene limpiar, clasificar y ordenar, creo que por hoy mi cansancio no se opone a la suciedad, ni al caos.

Siempre me he preguntado cuál es la actitud correcta que debería de tomar para la rutina diaria: si tratar por todos los medios de conservar un poco de mis actividades que me recuerdan quién soy, o sumergirme totalmente en lo demás y no dejar rastros de un yo que posiblemente necesite evolucionar para adaptarse a nuevas condiciones. En ocasiones logro trascender la melancolía permanente que me persigue, pero no puedo decir que soy una fuente de entusiasmo. Sólo pululo por la vida, sin juzgar, sin sentir. Y me cuestiono sobre si esa no es la verdadera muerte del espíritu, o si es simplemente una paz que no depende de nada externo. El asunto es que estoy lejos de haber renunciado conscientemente a los placeres de ser un humano común. Todavía deseo reconocimiento, éxito, atención, y aún si reconozco que son necesidades banales y superficiales, únicamente me siento peor por desear cosas que realmente no me van a hacer sentir satisfecha nunca.

¿Quién es aquel que va a venir a decirme que estoy haciendo las cosas bien o mal? He pedido tantas señales y no sé si es que no he aprendido a interpretarlas o sencillamente mis ecos se han esfumado en el vacío. No se puede confiar en los sentimientos, puesto que estos son fluctuaciones controlables por la voluntad. El único camino pareciera seguir a ciegas esperando que las cosas salgan bien y que ello sea tu confirmación. Pero si por un lado me dicen que el camino del menor esfuerzo es el correcto, por otro me aseguran que tengo que rechazar cualquier obstáculo y avanzar a pesar de las dificultades. ¿Cómo saber si son “semillas de oportunidad” o simples indicaciones de la necesidad de claudicar y empezar en otro lado? Tal vez me estoy enredando en una categorización simplista de un propósito a gran escala que se escapa a mi comprensión. Pero si no he soportado que otros me digan que existen cosas que no estoy preparada para saber, mucho menos voy a tolerar tratar de convencerme a mí misma con un argumento semejante. Bueno, malo, no existen, aunque mi búsqueda va a ser siempre por sentirme feliz, por alcanzar lo que sueño, por que nadie me estorbe y por salir victoriosa de todas las batallas.

1 comment

  1. Anonymous1:07 AM

    Me parece que a vos te viene muy bien escribir, sos testigo de lo que te ocurre por dentro, casi todos creen serlo pero no lo son, casi nadie indaga de ese modo respecto a sus propios conflictos internos.
    Las respuestas brotarán del propio caos y la confusión, quien es testigo de ese caos está en buen camino.
    Felicidades, yo desearía observar de un modo tan claro mi propio caos interno, es admirable.

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